¿De quién depende?
En estos tiempos de tanta incertidumbre, la mayoría de las personas nos encontramos en un estado de ánimo de resignación. Pensamos y creemos que nada va a cambiar, incluso a veces caemos en un estado de resentimiento, y hasta nos convencemos que es culpa de otros, que estamos atados de pies y manos… El peligro es que los estado de ánimo son contagiosos y corremos el riesgo de abrazarnos en ese sentimiento (en el taxi, en el trabajo, con los amigos, etc.).
A pesar de esto hay líderes que rompen con esos sentimientos oscuros y emerge la esperanza. El líder es quien puede cambiar el estado de ánimo de su gente. ¿Cómo? compartiendo nuevos horizontes de posibilidades, marcando un Norte claro y, a su vez, creando acciones que ayuden a entender cómo llegaremos al objetivo planteado. No será magia, pero sí es claro que requiere de un liderazgo firme que asume costos, de seguidores dispuestos a creer y a construir desde la aceptación de lo que están viviendo y de tener la ambición de ir por más…